por Malambo en Bloxito.Reflexiones | 2007-03-27 | 7 Comentarios
¿Son iguales la soledad de un hombre solo y la de uno acompañado por un enjambre humano? Al final del día, ¿cuál es la diferencia entre ese que ha visto mil caras y ninguna mirada y yo, extraviado en un laberinto del tamaño del mundo?
Como el Asterión de Borges, a veces juego a que conozco gente. Enriedo y desenriedo pasillos, infinitos pasillos que desembocan en sitios multicolores iguales a sí mismos en los que finjo hablar con otros similares a mi. En lo que dura el juego me permito creer que ellos también existen, pero es una ilusión. La verdad es que estoy solo.
Cuando el laberinto desaparece paso días sumergido en otros laberintos. Miles de caras con miradas perdidas en el suelo, sin miradas a los ojos y con ellas hablo. Me doy cuenta de que hablo porque de vez en cuando siento un leve picor de garganta. Dicen que no hay laberintos, que transcurro mis días en una telaraña pegajosa de la que ya no puedo escapar, que no estoy perdido entre pasillos sino adherido a sus hilos universales. No les creo.
A diferencia de Asterión, cuerpo de hombre y cabeza de toro, soy hombre entero. Pero igual que él estoy perdido en un lugar que creo conocer. Y esta, créanme ustedes ahora, es la peor de las perplejidades. A veces, por mi familiaridad con el entorno me equivoco creyendo que estoy a salvo en medio del peligro; y otras, como durante esos infames momentos de la mañana en los que no estoy ni despierto ni dormido, confundo lo que sé con lo desconocido.
Mi soledad es bifronte y alternada. Mientras dura el laberinto recorro el mundo por pasillos infinitos con la soledad del hombre solo; pero cuando desaparece floto en laberintos sutiles de ojos sin mirada, de apretadas palabras sin sonrisa. Por eso, preguntar por la soledad es indagarme a mi mismo.
Bloxito.Reflexiones | Soledad de un hombre solo (2007-03-27 00:57) | 7 Comentarios
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