por Malambo en Bloxito.Reflexiones | 2006-03-04 | 14 Comentarios
Las universidades populares emergieron en Francia a fines del siglo XIX y lo hicieron en respuesta al avasallamiento de los derechos del trabajador por parte del Estado. Entonces el origen fue uno ruidoso, contestatario, frontal; hoy, sin embargo, inmersos en nuevas modas del postmodernismo neoliberal, con su profunda penetración hegemónica de superficialidades cosméticas, todo es más sigiloso, y como el mar, que socava el subsuelo de nuestro fundamento, más pronto que tarde nos veremos arrastrados hacia el fatal derrumbe de nuestra cultura y nos daremos cuenta que la banal colección de artilugios de consumo que supimos acumular serán de plomo y no de corcho. El pueblo, atontado por la tempestad, no tendrá capacidad de resistir y se ahogará en su propia incultura.
El París de 1880 poseía la ventaja de las ganas del conocimiento, que se veían frustradas por las persecuciones de los trabajadores por parte de la facción con poder. Según cuenta
Leopoldo Palacios Morini, fueron los obreros de Montreuil quienes estuvieron en los principios organizados de la universidad popular. Conjunto muchos grupos cuya razón de existencia era la búsqueda del conocimiento y de "mentes esclarecidas", los obreros de Montreuil quisieron saber más de las ciencias naturales y organizaron una comunidad para lograrlo.
Es cierto que en estas lejanas latitudes del mundo y en esta posmoderna lejanía de la inteligencia que prefiere el saber usar al saber a secas, el conocimiento verdadero de la realidad tiene poco valor social. Cierto es también que el martillo hegemónico de la incultura seguirá machacando superficialidades relativistas sobre nuestras cabezas. Es verdad que en este escabroso entorno exánime es difícil ver un horizonte límpido; sin embargo, las atroces huellas del postmodernismo neo-liberal son fáciles de detectar. Los profundos huecos de una sociedad que incapaz de acceder al trabajo se muere de hambre por no hallarlo deben ser bengalas que señalen la emergencia.
El poder, igual que en la Francia de fines del siglo XIX, sigue agrediendo. El Estado se convirtió en un gigantesco productor de bobalicones gustosos de fútbol, telenovelas, perfumes o automóviles y el sistema educativo es un generador de borrachines de sábado por la noche. El estrago ha durado mucho y muchos son los perjudicados que no saben trabajar la tierra ni moldear la madera o darle forma al metal, los mismos que no saben disfrutar de las ignotas fronteras del saber porque ni siquiera saben que existe algo así.
El pueblo tiene que sortear las vallas de engaño posmodernista y apoderarse nuevamente del goce del conocimiento y de las artes, pero no puede esperar que la iniciativa venga del Estado, cuya administración siempre propende a asociarse con el poder y traicionar sus bases, aunque sí puede organizarse en busca del conocimiento y del arte y en un proceso auto-gestionado exigir su asistencia, siempre que no signifique renunciar a sus propias metas.
Las universidades populares basadas en el conocimiento sistemático (en oposición al sincrético) de las ciencias y las artes son las instituciones ideales para que el pueblo haga de la cooperación de ideas una virtud que sirva para construir sociedades más unidas pero a la vez más autónomas, abiertas al mundo pero con identidad propia, más inteligentes y también más sensibles.
Bloxito.Reflexiones | Universidad popular, sendas hacia la cooperación de ideas (2006-03-04 13:22) | 14 Comentarios
Etiquetas: