por Malambo en Bloxito.Otras cosas | 2006-01-13 | 17 Comentarios
Hay situaciones en las que uno no puede ni debe callar. En un
comentario reciente en el exitosísimo
Comentaristas Dispersas un
respetabilísimo integrante de la
comunidad de Blogalia afirma que en la Argentina no existe la vaca loca porque estas se analizan. A poco de analizar (valga la redundancia, si es que las redundancias tienen algún valor) la sucinta frase, uno se da cuenta que tal aseveración es insostenible, aunque más no sea porque no existen divanes para vacas.
En la Argentina no hay encelofatía espongiforme porque su
Ministerio de Salud y Ambiente ha descubierto un método auditivo que permite discriminar reses afectadas de las sanas a edad temprana, dado que el aspecto físico de los bovinos es indistinguible en estos primeros estadios de la enfermedad.
El soporte sonoro que no sin esfuerzo pude conseguir, sirvió a las autoridades sanitarias para reconocer el mugido de las vacas y proceder de acuerdo con instrucciones específicas que les fueron enviadas. Las diferencias entre un mugido y otro son sutiles, así que es recomendable escucharlos en estricto orden para hallar las diferencias.
Espero que esta documentación sirva para ilustrar a todo el mundo sobre la excelente estructura sanitaria argentina y que para que no se sigan propagando datos erróneos.
Mugido de vaca normal
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Mugido de vaca loca
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Bloxito.Otras cosas | Algernon y las vacas locas (2006-01-13 17:19) | 17 Comentarios
Etiquetas:
16
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De: Nfer |
Fecha: 2006-01-14 17:06 |
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Chico Bunitu:
no olvides nuestros escritores olvidados.
¿qué tal Roberto Alt?
¿Evaristo Carriego?
¿Marco Denevi?
De Marco Denevi te dejo este cuento:
LA HORMIGA
Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial.
Es una papilla fría y con sabor a hojalata.
Pero al menos las releva de la necesidad de salir fuera de los hormigueros en procura de vegetales naturales.
Así se salvan del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un tiempo hay tantas hormigas bajo tierra que es preciso ampliar los hormigueros.
Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirse en un solo Gran Hormiguero bajo la dirección de una sola Gran Hormiga.
Por las dudas, las salidas al exterior son tapiadas a cal y canto. Se suceden las generaciones.
Como nunca han franqueado los límites del Gran Hormiguero, incurren en el error de lógica de indentificarlo con el Gran Universo.
Pero cierta vez una hormiga se extravía por unos corredores en ruinas, distingue una luz lejana, unos destellos, se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado.
Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una mañana.
Ve un jardín. Ve tallos, hojas, yemas, brotes, pétalos, estambres, rocío. Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón.
Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia.
Busca a sus hermanas, trata de explicarles lo que ha visto, grita: "Arriba...luz...jardín...hojas...verde...flores..."
Las demás hormigas no comprenden una sola palabra de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
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